miércoles, 9 de marzo de 2016

La Experiencia Pedagógica Lancasteriana.

La compañía lancasteriana, grupo filantrópico privado fundado en México en 1822, tuvo su asentamiento y aceptación en nuestro país después de sus experiencias pedagógicas en Francia e Inglaterra. Fundado a principios del siglo XIX por Joseph Lancaster, el método lancasteriano fue promovido y aplicado con tal éxito que los pedagogos del auge industrial le atribuyeron méritos importantes en los avances y en el desarrollo industrial europeo.
 
   Los liberales lo adoptaron porque el método lancasteriano “se ligó al método de la democracia pública, en vista de que promovía la participación de los alumnos en el proceso educativo y eliminaba de paso, algo del papel autoritario del maestro”.
 
     También atrajo mucho porque incluía toda una serie de innovaciones tecnológicas: el telégrafo, los semicírculos, las divisas de mérito y castigo, las cajillas de arena, las
evoluciones y las cartillas.”
 
  Otras de las innovaciones,
y quizá muy atractivas para la orientación educativa actual, eran la preparación y el papel de los monitores o “instructores ayudantes del orden” en el proceso de aprendizaje de los educandos.
Seguramente un estudio pormenorizado de los métodos utilizados en las escuelas lancasterianas podría dar luz sobre los rasgos posibles que de la orientación educativa se encuentran diluidos en la amalgama de la pedagogía lancasteriana.
 
   Además, sería importante realizar un análisis de la concepción que del aprendizaje tenían. Lancaster empíricamente proponía que “cada niño debe tener algo que hacer, en cada momento y una razón para
hacerlo”.
 
Bajo esta premisa, las condiciones para que el alumno participara eran un requisito importante. Esto explica su desplazamiento constante en “evoluciones” (en semicírculo en torno al monitor), atendiendo la señal para incorporarse al aprendizaje memorístico de un nuevo conocimiento o para presentar examen. Es importante hacer notar que los instructores o monitores, y principalmente los docentes, crearon un “complicado sistema de registro del movimiento de cada alumno de una clase a otra” y que al final de cada mes el maestro individualmente examinaba a cada niño.
 
     Los profesores lancasterianos esgrimían convencidos que ese método, al contrario de la educación tradicional, “disminuía el papel autoritario del maestro, quien se convertía más bien en el guía de la actividad escolar, llevada a cabo por los instructores de grupo; permitía que cada niño avanzara en las asignaturas de acuerdo con su progreso individual; daba oportunidad para cierta actividad física dentro del salón; hacia menor uso de castigos corporales, utilizando de preferencia divisas de mérito y castigo; promovía un sentido democrático, porque los alumnos sabían con claridad el sistema de premios y castigos y tenían derecho a reclamar al maestro si juzgaban que los instructores eran injustos; ofrecía la enseñanza de lectura y escritura simultáneamente en vez de sucesivamente; y sostenía que los niños terminaban sus estudios en menos tiempo que en la escuela tradicional.”